El transporte aéreo es una de las formas más rápidas de trasladar mercancías y personas por todo el mundo hoy en día. Por ejemplo, con un solo avión se puede llegar a cualquier punto del globo en menos de veinticuatro horas. El problema es que el transporte aéreo es también una fuente de contaminación. Eso ha hecho que mucha gente dude de que alguna vez sea posible volar “verde” o sin contaminar el medioambiente.
La contaminación va en incremento
La aviación de negocios quiere reducir su impacto medioambiental, pero aún le queda camino por recorrer. Estudios recientes sugieren que aún queda mucho por hacer, y el consenso entre muchos expertos es que ni siquiera estamos cerca de volar sin contaminar.
El problema de la demanda actual de biocombustibles es que quita tierras valiosas a la producción de alimentos y las destina a cultivos para combustible, lo que hace subir los precios de los alimentos. Del mismo modo, si se van a utilizar grandes cantidades de biocombustible para la aviación, se restará tierra a la producción de alimentos, lo que pondrá a prueba la capacidad de la población mundial para encontrar alimentos suficientes. En última instancia, se propone que la introducción de una Norma de Contaminación sería un paso significativo para abordar este problema.

Biocombustible a gran escala
Hay varias razones prácticas: es difícil emplear biocombustible a gran escala, porque supone elevados costes para las aerolíneas; el suministro de alimentos se resentiría, ya que la elección de tierras para la producción de alimentos podría reducirse a la mitad para la producción de combustible, y, por último, producir suficiente biocombustible provocaría enormes emisiones de gases de efecto invernadero.
Si queremos disminuir los efectos del calentamiento global, debemos encontrar métodos alternativos para viajar. Se trata de un problema que no solo afecta a la aviación, sino a todas las formas de transporte que generan huellas de carbono. Si no hacemos algo pronto, los resultados serán muchas inundaciones, sequías y fuertes tormentas que podrían haberse evitado.
Las proyecciones de una futura industria aeronáutica “verde” son muy positivas, pero lo cierto es que esta visión no se cumplirá tan rápidamente como algunos esperan. La infraestructura va demasiado retrasada con respecto al desarrollo de combustibles y técnicas alternativas. Parece que tendremos que esperar a que esta nueva visión se extienda entre las masas. Hasta entonces, al menos ayudemos a impulsar el movimiento siendo conscientes de nuestras propias elecciones.
Aunque pudiéramos poner hoy un avión eléctrico en el cielo, ¿merecería la pena volar en él? Tal vez no, dada la cantidad de dinero y recursos que habrá que invertir en adaptar los aeropuertos y construir algunos desde cero.
Nuevos tipos de biocombustibles
Parece poco probable que la industria de la aviación pueda adoptar nuevos tipos de biocombustibles fuera de la fase de prueba para 2030. Los organismos gubernamentales no presionan para que esto ocurra, y faltan incentivos para que las organizaciones no gubernamentales y las empresas lleven a cabo la investigación a gran escala necesaria para identificar combustibles alternativos adecuados a precios competitivos.
Conseguir vuelos más ecológicos llevará tiempo y dinero, pero la recompensa merecerá la pena. Tenemos que darnos cuenta de que no podemos hacer soluciones rápidas para mitigar nuestra culpa medioambiental, sino trabajar para mejorar.